CABEZA DE SEXMO

El primer vestigio histórico, una punta de lanza encontrada en la zona de “pinarillo” del Caloco, apunta al paso y
asentamiento de los romanos en esta zona en torno al siglo II A.C. Con el correr de los tiempos se llega a la etapa visigoda
entre los siglos V y VIII, durante la cual el municipio era conocido con el topónimo de Gudillos. La repoblación cristiana de la
zona se comenzó en 1088 y fue llevada a cabo por Alfonso VI. Hasta aquí llegaron asturianos, cántabros, gallegos y
castellanos que construyeron sus viviendas al modo de de los caseríos propios del norte.

El hito más importante para el municipio en aquellos tiempos aconteció el 8 de junio de 1297, día en que se otorga al
municipio de El Espinar, por la ciudad de Segovia, la Carta Puebla. Este documento jurídico sirvió para vertebrar
socialmente a los primeros pobladores de la villa y atrajo a muchos pobladores que acudieron animados por los derechos y
privilegios que esta Carta otorgaba a su población. En 1317 se dotó al municipio con una nueva Carta que aumentó aún más
los límites de El Espinar, el documento fue firmado por Alfonso XI en 1337. Por último, una tercera Carta Puebla, fechada el
7 de septiembre de 1368.

En el año 1626 el Concejo de El Espinar solicitó el título de Villa y se establecieron nuevas normas de convivencia entre los
vecinos. Tras varias y prolongadas discusiones el título fue entregado a la villa 30 años mas tarde, en 1659. Durante la
restauración borbónica las actividades económicas fueron reactivadas en la zona, sobre todo las relacionadas con el ganado
ovino. Según el censo del Marques de la Ensenada, la Villa contaba con 35 palacios durante el siglo XVIII y se llegaban a
esquilar más de 74.000 ovejas en los cuatro corrales existentes. A finales también del siglo XVIII se consolidó el paso de la
sierra de Guadarrama por el Alto del León lo que propició la construcción de la primitiva Fonda de San Rafael. En torno a
esta Fonda se irá consolidando, con el paso de los años, la nueva población de San Rafael.

A lo largo de todo el siglo XIX los constantes conflictos bélicos, especialmente durante la Guerra de Independencia contra
los franceses, provocan la pérdida progresiva de población en el municipio y la consecuente repercusión negativa en la
economía espinariega. La madera y la leña se convertirán definitivamente en el motor de la economía de El Espinar
produciéndose a finales de este siglo la primera ordenación forestal. El principal avance tecnológico que se produjo
también en este siglo fue la llegada del ferrocarril. La construcción en 1888 de la estación férrea en la zona del Cogorrillo
supuso un gran avance en las comunicaciones. En los terrenos colindantes a la Estación férrea se levantó la primera fábrica
de maderas en 1901 configurándose a los pocos años el nuevo núcleo de La Estación de El Espinar.

Ya en el siglo XX, concretamente el 2 de diciembre de 1914 Alfonso XII concedió a la villa el Título de Muy Ilustre por
mediación del marqués de Nájera y a petición de Domingo Rodríguez- Arce. El siglo XX también proporcionó al municipio
una nueva industria y fuente de ingresos: el turismo. El éxito turístico del pueblo se debe fundamentalmente a sus
extraordinarias condiciones naturales, vegetación, pureza del aire… y en gran parte también a las buenas comunicaciones e
infraestructuras.