ORIGEN DEL SEXMO

Cabalgando por la Historia de los cerca de nueve siglos de su existencia. Cuando el rey Alfonso VIII, comenzó a otorgar privilegios a Segovia y sus tierras. Cuando estableció el rio Voltoya como límite natural en el Campo Azalvaro entre Ávila y Segovia. Cuando dispuso que la ganadería de 40.000 ovejas merinas de la dote de su esposa, la reina Leonor, vinieran a pastar a estos valles de nuestra sierra. Esta Comunidad de sexmos comenzaba un largo caminar luchando por los infinitos avatares de la Historia. Consiguiendo llegar a nuestros días conservando el espíritu comunal para la Ciudad y su Tierra, llenando su camino, tanto de los valiosos servicios prestados a las gentes de su comunidad, como de las múltiples pérdidas de tierras y pueblos, que por una u otra razón le han sido enajenados. Ya desde el año 589, que un tal Pedro, firma como Obispo de Segovia, a esta diócesis visigoda dependiente de la de Toledo, se le habían concedido las tierras de Segovia, Coca y Buitrago con sus aldeas. Es decir, desde aquella época el ámbito de acción de la Diócesis abarcaba amplios territorios a uno y otro lado de la Sierra. Con posterioridad, durante el largo periodo de la invasión musulmana, estas tierras sufrieron una casi total despoblación. Y el citado Obispado aparece en algún documento como una diócesis mozárabe, siendo unos siglos más tarde, y al ritmo de la Reconquista, cuando estas tierras de la Extremadura Castellana, comienzan su intensa repoblación y expansión por “aquende y allende sierra”. Centrándonos en nuestro Sexmo. Hay que decir que aquí, ¿cómo no?, también se dieron estas situaciones. Y que muy probablemente, fueron la causa del surgimiento de Peguerinos y de la creación del Concejo de El Espinar. Como precedente, tenemos que ya, en el reinado de Alfonso VI, en 1103 las aldeas de Sto. Domingo de la Cañada, Sta. Mª de Caloco y del Campo Azalvaro, son concedidas a los monasterios de San Millán de la Cogolla y San Millán de Ávila por Raimundo de Borgoña. Más de un siglo después, es Alfonso X, el que compra las posesiones de dos vecinos de los barrios de la Trinidad y San Millán de Segovia (casas e prados e huertos e solares) en la aldea de Sta. Mª de Prados. Llegando a darle una Carta de Población. Esta acción dio lugar a las protestas de los segovianos. Pero fue realmente la tenencia y apoderamiento por parte del infante don Enrique, de la aldea y su término entre 1294 y 1297, lo que desencadenó los siguientes acontecimientos. Aparte de las correspondientes protestas ante el rey Fernando IV (menor de edad), la Comunidad de esta Ciudad y Tierra de Segovia, dio la primera Carta Puebla a El Espinar, una aldea, que situada sobre un altozano, dominaba este extenso valle al norte de la Sierra de Guadarrama, y donde ya Enrique I entre 1214 y 1217, había levantado un palacio de caza (siendo esta, la primera carta de población otorgada por una ciudad, y no por el rey). Tres años después, este y la regente, su madre doña María de Molina ante la necesidad de ayuda de las milicias segovianas (en esos tiempos, de las más importantes de Castilla), se vieron comprometido a ratificar la carta de población otorgada por Segovia a El Espinar.