VEGAS DE MATUTE

La villa de Vegas de Matute forma parte de la cuadrilla de Otero y como él se encuentra junto a la sierra, su término mide 21,92 Km2 y tiene en la actualidad doscientos noventa y siete habitantes.

En el catastro del marqués de la Ensenada de 1752 contaba con ciento cuatro vecinos y pertenecía al marqués de Villamazán y Gramosa. Entre las muchas propiedades que poseía este señor, una de  ellas, era uno de los dos esquileos que existían en dicho lugar en el que se rapaban nueve mil cabezas poco más o menos y rentaba cada año novecientos reales, el segundo era del Señor marqués de Villagarcía en el que se esquilaban cinco mil. También figura  en la respuesta diecisiete la existencia de un molino en la ribera del río Moros con dos ruedas y dos hornos de cal uno de Tomás de Allas y el otro de Manuel Hernández que rentaba cada uno cuarenta reales. A muchos lugares de la Tierra llegó la cal de Vegas de Matute, por ejemplo a Valverde para la reconstrucción de su iglesia tras e incendio de 1897.

El día  diez de agosto de 1681 ante el escribano de Çarçuela del Monte D. Francisco Palomo Solana se firma una escritura de arrendamiento entre Gabriel García Martín y Ángela Calatraveño su legítima mujer vecinos de las Vegas de Matute con Juan de Berasteyn administrador de la hacienda del señor don Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor caballero de la O. de Santiago, marqués de Villagarcía, conde de Barrantes gentilhombre de la cámara de S.M. y embajador en la república de Venecia y lo que arrendaba el dicho marqués era un molino que tenía junto al río Moros por tiempo de nueve años que empezó a correr el día de San Juan de junio de este año y en cada uno de los nueve del contrato deberían  pagar ciento veinticinco fanegas de trigo macho y también se comprometían a que todas las obras que fueren necesarias hacer durante esos años en el citado molino, las tendría que pagar  el citado Gabriel Martín y su esposa contratando para ello a un maestro y a un peón.

En el mismo protocolo y en los folios 179 y 180, nos cuentan como el  alcalde mayor de esta villa, cumpliendo las órdenes recibidas por el corregidor de Segovia recorría diariamente las tabernas, mesones, tiendas y hospitales para descubrir “la mala gente que andaba vagando, cometiendo muchos hurtos y muertes”. El día veinticuatro de febrero de 1682 a eso de las seis de la tarde, llegó a la taberna de la villa propiedad de Juan de Diego y se encontró en la cocina a un hombre de unos treinta y seis años vestido de peregrino, con larga barba como la de un ermitaño hablando con unos vecinos. El escribano le preguntó que de qué nación era y aquel contestó que  de la baja Andalucía y que venía de Santiago de Compostela y pensaba llegar a Roma.

El escribano le pidió la documentación y el peregrino, del que no se llegó a conocer el nombre, echó mano de su zurrón y empezó a sacar ropa, unos zapatos, un poco de lienzo y unas cruces medianas y pequeñas algunas adornadas con piedras, pero la documentación no apareció, se le dice que vaya guardándolo todo y él dice que está tan nervioso que prefiere beberse antes un vaso de vino fuera, mientras se lo ponía la tabernera, el salió a la calle con el pretexto de que tenía que orinar. Viendo que tardaba la mujer se asomó a la puerta y lo vio que corría a toda velocidad hacia Zarzuela. El escribano ordenó que lo persiguieran pero no pudieron darle alcance. El alcalde guardó las pertenencias y el bordón abandonado esperando que algún día el peregrino volviera a recogerlos, pero todo fue inútil tal vez estén aún guardados en alguna dependencia del ayuntamiento de Vegas de Matute.