Día de la Tierra 2019

SEXMO DE VALDELOZOYA

Conexión con La Tierra de Segovia

Si en el aspecto económico el valle dependía de Madrid que absorbía sus productos forestales y ganaderos, en el histórico la conexión ha sido mayor con Segovia. De los dos sexmos que en la actualidad tiene la Comunidad de la Ciudad y Tierra de Segovia allende Sierra, uno de ellos, es el de Valdelozoya.
Según Lecea, los capitanes segovianos Día Sanz y Fernán García, con el fin de defender a Segovia de las incursiones de los musulmanes refugiados en el valle de Lozoya, crearon una milicia de cien caballeros “los quiñones o quiñoneros”: caballeros, dueñas, escuderos y doncellas, todos ellos encuadrados en las cuatro cuadrillas, que reciben el nombre de cuatro iglesias de la ciudad: la Trinidad, San Esteban, San Martín y San Millán. Las cuadrillas de quiñoneros reciben, en 1302, del concejo de la ciudad de Segovia el encargo de repoblar y ocupar las tierras al sur de la Sierra.
El valle del río Lozoya se repuebla de segovianos y las ordenanzas de 1302 hablan del “val de Lozoya” y lo dividen en cuatro cuadrillas: Rascafría, Oteruelo, Alameda y Pinilla, obligando a caballeros, dueñas, escuderos y doncellas a adquirir tierras o quiñones, aunque aquí las tierras a repartir eran pocas, a establecerse en ellas a construir una casa y a tener un caballo que valiera 200 maravedíes.
Como podemos ver, se llaman quiñones a los componentes de una milicia y también a las tierras del valle. La milicia siguió existiendo a pesar de haber desaparecido el motivo de su origen y era la dueña de las tierras que después vendió a la Ciudad y Tierra de Segovia.

Bajo la dinastía de los Trastámara la ciudad tuvo que defenderse ante el deseo de la nueva nobleza de extender sus dominios. En el año 1386 el rey Juan I vendió a Diego Hurtado de Mendoza el valle de Lozoya por 200.000 maravedís. Por una carta de queja del citado noble, en la minoría de edad de Enrique III, sabemos cómo los segovianos lucharon por lo que consideraban suyo:

“… vosotros venistes con gente de pie y de Cavallo armados y llegastes así a mis logares de Val de Lozoya y yo no estando presente e en mi absencia, con intencion que ovistes de me facer asi como fecistes fuerza con armas y agravio y injuria, que derribastes y fecistes derribar las fortalezas que yo tenia en mi pacifica posesión…

Para evitar males mayores el rey secuestró los términos, quedando el pleito pendiente de resolución durante tres años. En la sentencia de 1396, el monarca reconoció la venta hecha y los derechos que amparaban al comprador, pero la decisión demostrada por Segovia, llevo a Enrique III a cambiar Lozoya por la villa de Tordehumos, dejando el valle en la jurisdicción de Segovia.

A finales del siglo XIV se instalaron los cartujos en el Paular, en el sexmo de Lozoya. El cronista Lecea nos dice que “el profundo valle se fue convirtiendo poco a poco en feudo, y señorío de hecho, del ascético cenobio”. Los reyes Juan I, Enrique III, y más tarde Juan II, colmaron de privilegios al monasterio, que terminó convirtiéndose en el más próspero de los monasterios cartujos. Enrique III, en 1406 les concedió la facultad de sacar toda la madera de pino y roble que quisieran de los montes de Lozoya, más tarde, les concedió pastos para sus ganados y el derecho de tener hornos de tejas, ladrillos y cal. El rey Juan II, el derecho a la pesca del río Lozoya. Con el tiempo el monasterio llegó a ser tan poderoso que cuando en 1656, por reales disposiciones, se enajenó la jurisdicción señorial de Rascafría, Oteruelo y Pinilla fue adquirida por el monasterio, aunque Segovia se opuso y la recobró ejerciendo el derecho de tanteo.
Pero los problemas jurídicos más importantes entre el monasterio y la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia se produjeron en 1675 en virtud de una Real Cédula de Carlos II, por el que se cedía al Paular la propiedad y arbolado de robles, pinos y otros árboles “en una legua de pinar y monte del dicho valle de Lozoya” por la que el convento pagaba 8000 ducados. Como el pinar era de la Comunidad de Ciudad y Tierra, esta puso pleito que se extendió durante muchos años. Al fin el 11 de diciembre de 1677se llegó a una transacción entre Segovia y el monasterio, que fue ratificada el 21 de julio de 1703 con las siguientes condiciones:

1º Los pleitos se dan por terminados y el convento se queda con la legua de pinar a cambio de 8000 ducados convenidos con el Estado.

2º Los monjes estarían obligados a dar a los vecinos del valle y sexmo de Lozoya, toda la madera de pino que hubiere menester para fabricar sus casas y reparos de ellas, e igualmente para las iglesias y ermitas. Además las leñas muertas y teas para su servicio, sin que las pudieran vender, ni sacar fuera del valle y sexmo.

3º Que de la venta del pinar de Cabeza de Hierro quedaban exceptuados los pastos para los ganados de los vecinos y comunidades, como pastos comunes en la forma que estaban antes. Las relaciones jurídicas que se establecieron entre el monasterio y la Comunidad de Ciudad y Tierra siguen vigentes hoy sobre los actuales dueños del pinar, la Sociedad Civil Belga de los pinares del Paular.

Tras la desamortización de Mendizábal el pinar se puso en venta, de acuerdo con la ley de 11 de octubre de 1835, sobre bienes raíces de comunidades religiosas. Después de varias incidencias los dos millones de pinos fueron adjudicados en 4 235 000 reales a un español en 8 de agosto de 1837, cuatro días después de la entrada de las tropas del general carlista Zariategui en Segovia, por lo que la ciudad no pudo participar en el remate.
Andrés Andreu, el comprador, cedió el pinar en 1840 a la Sociedad Civil Belga de los Pinares del Paular. En 1878 esta Sociedad, pasa a llamarse Sociedad Anónima Belga de los Pinares del Paular.
Como estaba en litigio si lo vendido habían sido solo los pinos o también el terreno, la Sociedad Belga obtuvo una orden en 1870 en la que se declaraba que lo vendido había sido “no solo el vuelo, sino también el suelo”, sin otras limitaciones que las establecidas en favor de la Comunidad.
La crisis económica ha afectado a esta Sociedad e incluso se han buscado compradores para la misma, una de las instituciones que se ha interesado por ella, aunque sin éxito, ha sido la Comunidad de Madrid.